Las intervenciones psicológicas, constituyen el núcleo central del tratamiento del alcoholismo, pero no deben excluir nunca las aproximaciones multidimensionales, incluyendo las intervenciones farmacológicas y sociales.

En el año 1999, el National Institute on Drug Abuse (NIDA) publicó un total de 13 principios, derivados de la investigación realizada durante treinta años, que se consideraban importantes, para el tratamiento efectivo de las drogodependencias.

El primero de los principios referidos señala que “No hay un tratamiento único que sea eficaz para todos los individuos”. Esto se relaciona con la variabilidad psicológica de cada persona y la necesidad de tenerlo en cuenta.

En la actualidad esos principios, continúan vigentes, y no han sido cuestionados por ninguna investigación posterior.

Principios para el tratamiento efectivo :

  • El tratamiento necesita estar disponible fácilmente
  • El tratamiento efectivo debe atender a las múltiples necesidades del individuo, no sólo a su uso de drogas
  • Un plan de tratamiento y de servicios individual debe ser continuamente evaluado y modificado cuando se considere necesario para asegurarse que el plan atiende las necesidades de cambio de la persona.
  • El tratamiento efectivo está íntimamente ligado a la evaluación y posible intervención sobre las características psicológicas individuales que pueden condicionar el resultado terapéutico
  • La efectividad a largo plazo de los tratamientos requieren la comprensión de las causas y procesos de las recaídas, con el fin último de desarrollar estrategias que reduzcan su presencia

Las intervenciones psicológicas, constituyen el núcleo central, que dan mejor respuesta a las necesidades básicas del tratamiento pero no existe una intervención única para todos los alcohólicos, quien piense que con una sola técnica, aplicada a todos los alcohólicos, puede conseguir resultados, está en un error.

No todos los alcohólicos son iguales y por tanto no todos, pueden ni deben, recibir el mismo tratamiento.

Las técnicas que se utilizan con más frecuencia, y en sus distintos formatos individuales, grupales, familiares o de pareja suelen ser las siguientes:

  • Técnicas psico-educativas
  • Psicoterapia de apoyo
  • Terapia motivacional
  • Prevención de recaídas
  • Habilidades sociales
  • Técnicas de relajación
  • Entrenamiento en habilidades de afrontamiento
  • Manejo de contingencias
  • Terapia cognitiva

El objetivo de todas estas técnicas suele ser:

  • Conseguir la abstinencia
  • Incrementar la motivación de forma continuada
  • Reducción de recaídas

Es importante para conseguirlo, tener en cuenta la diversidad de las personas y la etapa evolutiva, por la que está atravesando, junto a su contexto psicosocial, por lo que siempre hemos de partir de una evaluación adecuada.

Una vez realizada ésta evaluación, estaremos en condiciones de conocer cuál es la Técnica o combinación de técnicas más adecuadas en cada caso.

Conocemos el elevado número de abandonos del tratamiento en alcoholismo. La carencia de motivación, parece ser una de los principales obstáculos, tanto para el inicio del tratamiento, como para la continuidad del mismo.

Esto ha hecho que uno de los planteamientos psicológicos más consensuados en el tratamiento del alcoholismo sea el abordaje motivacional, basado en el modelo trasteórico del cambio de Prochaska y Diclemente, que permite identificar los distintos niveles de predisposición para el cambio y actuar de forma distinta según el nivel en el que nos encontramos.

El modelo trasteórico se suele complementar con la entrevista y terapia motivacional desarrollada por Miller y Rollnick en el año 1991 que se basa principalmente en la terapia centrada en el cliente de Rogers, combinada con estrategias cognitivo-conductuales.

La terapia motivacional se basa en el respeto al paciente, a sus creencias y a sus escalas de valores y estimula la motivación, dando gran importancia a su propio punto de vista y a su libertad de escoger.

En esta terapia hay dos principios básicos:

  1. Evitar la confrontación con el paciente
  2. Facilitar que el paciente verbalice motivos de preocupación por su conducta

Por tanto se opone a enfoques más directivos, proponiendo la identificación de problemas, la estimulación de la motivación, la colaboración con el paciente en la búsqueda de soluciones, la aceptación de la ambivalencia y la asunción de los puntos de vista del alcohólico

Referencias Bibliográficas.-

  • Miller W.R i Rollnick S. La entrevista motivacional. Preparar para el cambio de conductas adictivas. Paidós Ibérica. Barcelona 1999.
  • DiClemente CC. Prochaska JO. Towards a comprehensive, transtheoretical model of change: stages of change and addictive behaviors. Miller WR, Heather N, eds. Treating Addictive Behaviors, 2nd Edition. New York: Plenum Press 1998: 133-148
  • Psicoterapia del alcoholismo. En: Tratado de Alcohología, Cuevas. J, Sanchís, M. Ed. 2000;235-5
  • Programas psicológicos de intervención en los trastornos por uso de alcohol. En Curso de Especialización en Alcoholismo. Madrid: FAD. 2001;9.1-9.475.