Hace pocos días se cuestionaba en las redes sociales que un médico que no fuera alcohólico, pudiera tratar a un enfermo alcohólico. 

Se me vinieron a la cabeza dos ideas:

  • El alcoholismo es una enfermedad y por tanto debe ser tratada por profesionales, aunque cuando estos colaboran con alcohólicos recuperados la eficacia llega a ser mucho mayor. 
  • La cooperación de la familia para la recuperación del alcohólico es de vital importancia y con frecuencia nos olvidamos de ella

La primera idea  es la evidencia demostrada una y otra vez, de que el alcoholismo es una enfermedad.  Hace ya algún tiempo, publiqué en el blog un post en el que se planteaba quién debe tratar el alcoholismo.

Comenzaba de esta manera:

¿Quién debe tratar el alcoholismo? Esta pregunta puede parecer que no tiene ningún sentido, pero estoy convencido de que su respuesta es muy importante y son muchos los que no tienen una respuesta clara. 

Para empezar hay que plantearse en qué consiste el alcoholismo. ¿Es una enfermedad? Creo que esta pregunta debería en la actualidad estar lo suficientemente clara pues ha sido respondida por muchas personas con gran prestigio en la materia.

Lo definieron así los fundadores de A. A.  Bill Wilson (Bill ) y el Dr. Robert Smith (doctor bob) . El movimiento creado por ellos en 1935, está extendido por todo el mundo y cuenta con más de 2 millones de miembros.

“El alcoholismo es un problema de salud -una enfermedad física y emocional- más que una cuestión de poca fuerza de voluntad o una debilidad moral. Justo como no tiene caso culpar a una víctima de diabetes por estar enfermo a causa de su falta de fuerza de voluntad, es inútil cargar al bebedor problema con la responsabilidad por la enfermedad o considerar esa forma de beber como un vicio.”

Desde entonces para acá, el concepto de alcoholismo como enfermedad ha sido aceptado por todas las instituciones internacionales con un cierto prestigio relacionado con esta materia. Desde la O.M.S.  Organización Mundial de la Salud, a la Asociación de Psiquiatría Americana 

 El alcoholismo es una enfermedad cerebral crónica y recidivante que lleva a la búsqueda del alcohol. En esta enfermedad se encuentran alterados el sistema cerebral de recompensa, motivación y memoria lo que explica la conducta y el comportamiento de los alcohólicos. 

En el alcoholismo tanto el cerebro como la psico fisiología se adapta al alcohol, produciéndose un conjunto de manifestaciones fisiológicas, comportamentales y cognoscitivas en el cual el consumo de alcohol adquiere la máxima prioridad para el individuo. Mayor incluso, que cualquier otro comportamiento que en el pasado tuviera para el sujeto el valor más alto.

El alcoholismo  aparece tras el consumo crónico de bebidas alcohólicas y es consecuencia de los cambios neuroadaptativos y neuroplásticos que los efectos del alcohol producen en el cerebro, produciéndose una modificación progresiva, de la estructura cerebral, que desemboca en alteraciones en los circuitos del sistema de la recompensa. 

Los sistemas de recompensa son centros en el sistema nervioso central que obedecen a estímulos específicos y naturales. Están regulados por los neurotransmisores y permiten que el individuo desarrolle conductas aprendidas que responden a hechos placenteros o de desagrado. 

Las estructuras cerebrales que se afectan son el Área Tegmental Ventral (ATV) , el Núcleo Acumbems (NAc) y la Corteza Prefrontal.  y en ellas se encuentran afectados los siguientes neurotransmisores que están implicados en la adicción del alcohol Endorfinas, Ácido Gammaaminobutirico (GABA) y  Dopamina 

Como consecuencia de todo ello se produce la liberación de dopamina en el Sistema Acumbens que origina un agonismo sobre los receptores dopaminérgicos que se relacionan con la sensación de placer, bienestar, euforia y satisfacción.

En el alcoholismo se afecta el córtex cerebral que desempeña un papel fundamental sobre el control de la conducta y por eso en la medida que éste se va deteriorando va apareciendo la pérdida de control del sujeto frente al alcohol. 

El sistema límbico es quien controla la vida emocional e instintiva. Su alteración es la responsable del principio de la adicción. El consumo de alcohol al principio estimula los centros de recompensa del sistema límbico y produce placer. Sin embargo cuando el consumo se hace muy reiterativo produce cambios en el sistema de recompensa que alteran los circuitos cerebrales.  La estimulación excesiva conlleva, en las personas predispuestas, a cambios bioquímicos permanentes, de modo que cambia su funcionamiento y su respuesta a los estímulos ambientales.

Si esto es así, y lo es creo, al ser una enfermedad debe ser tratada por los médicos. 

¿Acaso cuando alguien tiene un cáncer busca a otro enfermo de cáncer para que lo cure o acude a un oncólogo?  

Siendo esto cierto no lo es menos que la colaboración de los alcohólicos en abstinencia puede ser y es muy útil en la recuperación de otros alcohólicos. 

En mi ya larga experiencia he comprobado en multitud de ocasiones, y no estoy sólo en esto, que la colaboración de profesionales experimentados en esta materia, a ser posible en forma de un equipo multidisciplinar con la de alcohólicos rehabilitados es la forma más eficaz de ayuda ante este problema  

Con respecto a la segunda idea sobre  la importancia de la familia en el abordaje del alcoholismo, he escrito ya algunos post, pero hago el propósito en este momento de volver a escribir sobre eso.