Hace unos días, el 28 de octubre, moría una niña adolescente en Madrid por un coma etílico, durante un botellón, celebrando la fiesta de Hallowen .Caía desplomada en un descampado, y sus amigos con miedo de llamar al servicio de emergencias, tardaron media hora en llevarla en un carrito de compra de supermercado hasta un centro de salud, de donde tuvieron que evacuarla hasta el hospital 12 de octubre donde murió.
El jefe de la policía local ha dimitido por considerar que no se le había dejado poner en marcha su plan anti botellón
La prensa señalaba que esta misma niña había sido llevada por la policía en 2 ocasiones anteriores hasta su casa en estado de embriaguez.
Cuando los periodistas preguntaban a sus compañeros, estos comentaban, que quizás no llamaron a emergencias por miedo a ser multados y que creían que se iban de botellona, porque estaban recién ingresados en el Instituto y querían parecerse a los chicos mayores y a su vez, aprovechaban las preguntas de los periodistas, para quejarse de las pocas alternativas existentes a la botellona.
Un juez está investigando, cómo llegó la bebida hasta los chicos estando prohibida su venta a menores. ¿La vendió algún establecimiento vulnerando la ley? ¿Acaso fue facilitada por algún adulto? Esas son las dos posibilidades que existen. Parece ser que ella y los 4 amigos que la acompañaban consiguieron el vodka y el ron con la ayuda de un conocido adulto.
Otra extraña coincidencia es que justo 15 días antes se habían impartido unas charlas en el instituto sobre las consecuencias del alcohol y las drogas.
Ha sido una noticia que ha impactado tremendamente en todos los medios de comunicación, y de la que todos los periódicos, radios y televisiones han hecho un artículo o reportaje.
Lo que me hace preguntarme a mi es cómo esta noticia ha generado tanto interés, cuando es la consecuencia de algo que ocurre, aunque es verdad que sin consecuencias de muerte, cada fin de semana en una gran número de niños y adolescentes. Ayer por ejemplo volvía a salir en un periódico el ingreso por intoxicación etílica de 2 chicas de 12 y 13 años, en un hospital de Orense, pero insisto, en que esto hasta ahora no había sido noticia, es el pan nuestro de cada día en las urgencias del fin de semana.
¿Por qué ocurre esto? .El que los adolescentes y jóvenes acudan a botellones, cada fin de semana, y que acaban en la embriaguez de muchos de ellos, y el coma etílico en algunos no tiene una respuesta fácil.
Como hemos visto en las noticias de prensa en el caso de Marta , la chica fallecida de la que hemos hablado, se ha intentado encontrar rápidamente culpables. ¿La policía por no vigilar? ¿Los comerciantes por vender, cuando no deben? ¿El colegio por no educar? ¿Los padres por consentir que sus hijos acudan a estos lugares?
Como ocurre en los accidentes aéreos, el avión no suele caerse por un fallo aislado sino por la conjunción de varios. El conjunto de todos estos factores es lo que permite que se mantenga la bebida de los menores con todas sus consecuencias.
Confío en escribir pronto sobre el alcoholismo en la adolescencia. Es un tema que me apasiona y sobre el que creía que ya había publicado algo en este blog.
Muy buena reflexión; pero yo creo que esto de empezar a edades tan tempranas a consumir alcohol -y otras sustancias-, obedece a varias causas, que, sin cargar la responsabilidad a nadie, todos somos un poco responsables. No comprendo qué hace un niño o una niña de 12, 13, 14 o 15 años, e incluso más, a altas horas de la noche en la calle. No comprendo que padres de niños de esas edad no se interesen por saber las costumbres de sus hijos y qué hacen y con quién por las noches en la calle. No comprendo que, si es cierto lo que se dice, si la niña en cuestión había ido a su casa más de una vez con alcohol en su cuerpo, los padres no intenten que la niña deje ese hábito. Lo único que sé es que en los últimos 20 años la vida va rodando hacia un abismo en el que se han quitado los límites para no estrellarse; que se ha acabado la autoridad en las familias y en los colegios; que a los cuatro vientos se les está diciendo que «todo vale», que hay que «ser feliz», y que los esfuerzos son una tontería. ¿Qué hemos hecho de la disciplina, del esfuerzo, de nuestra responsabilidad?. Parece como si todos nos hubiéramos vuelto alcohólicos, anestesiados; mejor no enterarse ¡Qué pena!. Muchas gracias por el artículo.
Muchas gracias Pilar por tu comentario