Ahora que ya están los turrones en las tiendas, los bombones, los perfumes, los adornos y luces, las calles y centros comerciales abarrotados, los juguetes en la cabeza de pequeños y mayores, las campañas para que nos acordemos de los que no tienen, las campañas para que seamos prudentes con lo que bebemos, con lo que comemos, con lo que corremos por la carretera, el recuentro con la familia…

Ahora que la maquinaria de La Navidad se ha puesto en marcha, y con ella para algunos la celebración y la alegría y para otros la tristeza y la nostalgia, el consumo de alcohol y/o drogas se nos pone bien fácil. Desde Instituto Bitácora ya hace semanas que trabajamos cómo afrontar estas fechas tanto con los pacientes con problemas con el alcohol y/o las drogas, como con sus familiares.

Estas fechas suponen una situación de alto riesgo tanto por los estímulos externos a los que estamos sometidos, la presencia de alcohol en todas partes como medio para compartir y celebrar, como por los estímulos internos, pensamientos y emociones que se acentúan en estas fechas y que nos hacen más vulnerable.

Para algunas personas que están en tratamiento por un problema de adicción, para aquellos que llevan poco tiempo, para aquellos cuya motivación está por crecer, para aquellos que aun no han experimentado los beneficios de la abstinencia, o para aquellos que se sienten tan bien que han dejado de pensar que el alcohol y/o las drogas son un problema, hay un pensamiento que se hace especialmente presente estos días y que si no se maneja bien puede suponer el inicio de un proceso de recaída.

Este pensamiento que no es exclusivo de los pacientes, también se lo plantean los familiares, es del tipo: “por un día no pasa nada”. El paciente y/o la familia puede pensar que no hay peligro porque la situación estará controlada, estarán juntos en todo momento y no serán más de una o dos copas de vino, y al día siguiente continuarán exactamente donde lo habían dejado.

Esta situación, que es muy común, se produce porque el paciente y familia, aun siendo conscientes de las consecuencias negativas del consumo, que han provocado un malestar significativo, tanto como para tener que recurrir a especialistas e iniciar un proceso de tratamiento, no han llegado a entender y aceptar que la adicción al alcohol y drogas es una enfermedad.

¿Si tuviera una lesión en la rodilla, de la que me estoy tratando, me plantearía jugar un partido y mañana continuar con el reposo, los antiinflamatorios y las sesiones de rehabilitación, por muy importante que fuera la ocasión?

… creo que casi todos tenemos clara la respuesta, sin embargo, cuando estamos ante una adicción son muchas las preguntas y no tan claras las respuestas.

Asunción Lago Cabana. Instituto Bitácora