Me presento. Casi con cuarenta años, reconozco que tengo un problema con el alcohol, lo hablo con mi médico, con mi madre, con mi mujer. Les digo que soy yo el culpable de muchas situaciones de dolor que las ha provocado mi adicción con el alcohol. A los dos meses de abstinencia me reconocen la necesidad de ver a un psiquiatra.

En Alcohólicos Anónimos, uno de los profesionales reconoce algo nuevo, Me derivan al Doctor Reina. Sus pruebas detectan algo más, estoy sufriendo un brote psicótico. La enfermedad mental evoluciona con nosotros hoy me defino como una persona que además de la dependencia al alcohol, mi personalidad y mi conducta está condicionada por un trastorno bipolar.

Han pasado más de veinte años y este trastorno lo acepto, pero hoy me produce conductas que afectan negativamente a mi entorno y a mi equilibrio. Pero es mi enfermedad una enfermedad dual; voy creciendo con ellas. Después de esta breve presentación. Quisiera situarme en ese momento en que has tenido una recaída, Pongamos un periodo de unos 9/10 meses sin tomar alcohol.

Empiezas a reconstruir tu vida, pero inmerso en holeadas de distintas experiencia positivas de escucha y ayudas externas: el grupo de terapia, recuperar el diálogo con tú pareja y tus hijos, amigos que te conocen y te quieren. Antes por vergüenza y miedo estaba aislado. Habíamos perdido la salud, nuestro difícil equilibrio familiar, se resiente por una sacudida violenta.

Un dolor fuerte nos hace conscientes de algo quizá más importante: Hemos sido esclavos del alcohol y no hemos podido contener nuestra dependencia, hemos perdido temporalmente la libertad. Pero además tenemos que volver a rehacer nuestros lazos con la vida cotidiana.

¿Cómo me han ayudado las terapias de grupo e individuales, a recobrar la libertad?

Seguramente habréis escuchado al terapeuta:

La persona que tiene una dependencia es un ignorante, un crío en lo emocional, no sabe reconocer sus sentimientos, no sabe gestionar sus sentimientos, por ejemplo cuando siente miedo o siente amenazada su estima profesional. O bien cuando ocultamos el dolor de sentir que nuestra mujer, nuestros hijos empiezan a desconfiar de nosotros, porque descubren nuestras mentiras para ocultar nuestra enfermedad.

El fracaso merma nuestra autoestima dejamos de querernos. Para ir un paso más allá echamos la culpa a los de fuera de nuestro dolor. No reconocemos que la causa del terremoto somos nosotros mismos, y nuestra enfermedad de adictos, de alcoholismo.

El grupo, el diálogo, escuchar al otro, escuchar que tiene que decir el otro respecto a tus conductas, percepciones o sentimientos. Son claros, ellos tienen tú mismo problema, y ven tus mentiras y justificaciones, tus resistencias, y tus avances.

Sin libertad no hay verdad, hay mentira, me engaño a mí mismo, pierdo la honradez. No queda espacio ni tiempos para conocerme como soy, como siento, como actúo, como pienso. Libertad es decidir qué hago con mi vida. Se trata de vivir mejor con tu enfermedad. Un estado de conciencia afectiva que nos permite conocer y decidir desde lo que soy y siento, qué lugar ocupan los otros en tu vida.

La terapeuta nos conduce lentamente. He aprendido ya a los 60 que conocerse, es un proceso que dura mientras vives, nunca será un proceso acabado. Seguiremos sufriendo por ello, pero esta experiencia nos puede hacer humildes. Voy creciendo como persona desde los errores cometidos, desde una conciencia de mí mismo, no solo con limitaciones sino además con valores, aunque muy condicionados, porque soy un enfermo mental.

Hay que mantener a raya los excesos de alegría, hay que contener el dolor, ni euforias, ni falsas culpabilidades, una autocompasión que en el fondo pretende culpabilizar a los otros de mis errores. Hay que pensar, reflexionar, pero es más importante vivir.

He pasado etapas, y no solo etapas sino durante largos periodos de mi vida, en las que he hecho esfuerzos para pensar y reflexionar cómo controlarme, como mejorar. Hacía unos planes casi sin fisuras…pero en él fondo a lo que estaba obedeciendo esta reflexión, era a una profunda voluntad de justificación…un exceso de ego. Es más importante vivir, que fabricarte un modelito.

La vida es maravillosa, es muy dura sí, pero es un constante comienzo que nos lleva a la admiración y la escucha, a caer y levantarnos, es así no te puedes engañar, esto mismo es una gran motivación para vivir.

  • En siguientes cartas, os contaré sobre el trabajo, los hijos, la vida de pareja, la importancia de la amistad, la referencia de nuestros médicos y las terapias, nuestros compromisos con la realidad. También sobre cómo la fe en Dios y en la humanidad, nos sitúa en un dilema de libertad y de toma de decisiones.