El consumo de alcohol, los daños relacionados y la dependencia coexisten a lo largo de un continuum que va desde la abstinencia a la dependencia del alcohol, pasando por el consumo de bajo riesgo, el consumo de riesgo y el consumo perjudicial.
Abstinencia –>consumo de bajo riesgo o moderado–>consumo de riesgo–>consumo perjudicial –> dependencia
Es evidente que con la abstinencia no existirán problemas y que será muy poco frecuente que se originen en el consumo de bajo riesgo o moderado (recordemos que la O.M.S describe éste tipo de consumo, cuando se encuentra por debajo de 2 bebidas estándar al día.).
La Organización Mundial de la Salud dice que una unidad de bebida estándar equivale a 10 gramos de alcohol puro. El consumo de riesgo suele ser un consumo esporádico.
Es aquel que se produce en momentos determinados y que se realiza en cantidades superiores a las moderadas (sería el caso de las intoxicaciones) o se produce en circunstancias donde el consumo de alcohol está contraindicado. (Embarazo, estar tomando medicación con la que no se puede beber, conducir vehículos o maquinaria peligrosa, etc etc)
El consumo perjudicial suele ser un consumo crónico, en cantidades superiores a la que nuestro organismo puede metabolizar. El 15% de estas personas si no se tratan pueden llegar a hacerse dependientes y otras pueden llegar a sufrir complicaciones médicas importantes al estar el alcohol actuando como tóxico en nuestro organismo.
La dependencia se puede diagnosticar cuando aparecen al menos dos de los criterios establecidos por la Asociación psiquiátrica americana en el DSM V para diagnosticar los problemas relacionados con el alcohol.
En la dependencia siempre aparece la incapacidad de abstenerse (necesidad de beber regularmente para que no aparezca el síndrome de abstinencia) y la pérdida de control ( incapacidad de parar de beber una vez que se comienza a hacerlo) .Obviamente, estos dos síntomas no tienen siempre la misma intensidad
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