Una persona con problemas de alcohol pide ayuda, es esencial mirarla en su totalidad. No se trata solo de dejar de beber, sino de comprender quién es, qué le ha llevado hasta aquí y qué necesita para sanar. Por eso, el primer paso hacia la recuperación es siempre una evaluación completa y personalizada.
Esta evaluación nos permite diseñar un tratamiento hecho a medida, teniendo en cuenta todas las dimensiones de la vida de la persona. Idealmente, la lleva a cabo un equipo multidisciplinar: médicos, psicólogos, psiquiatras y trabajadores sociales. Porque el alcoholismo no es solo una cuestión física: también toca la mente, las emociones, las relaciones y el entorno.
Aquí te cuento los aspectos clave que solemos evaluar:
-
Historia del consumo de alcohol
Queremos comprender cómo ha sido el recorrido con el alcohol:
¿Cuánto bebe, con qué frecuencia y en qué situaciones?
¿Desde cuándo el alcohol se ha convertido en un problema?
¿Ha intentado dejarlo antes? ¿Qué pasó en esos intentos?
¿Cómo empezó todo y cómo ha evolucionado su consumo?
¿Ha tenido síntomas al dejar de beber (temblores, ansiedad, insomnio, sudoración, etc.)?
¿Siente que necesita beber más para conseguir el mismo efecto?
-
Salud física
El alcohol puede afectar muchos órganos y sistemas del cuerpo. Por eso, evaluamos:
El estado general de salud mediante un examen médico.
Resultados de análisis para detectar daños hepáticos, desnutrición o consumo de otras sustancias.
Enfermedades previas que pueden verse agravadas por el alcohol.
Medicación actual, por si hay interacciones peligrosas.
-
Salud mental (lo que llamamos «patología dual»)
Muchas veces, el alcohol convive con otros problemas de salud mental:
Depresión, ansiedad, trastorno bipolar, estrés postraumático o trastornos de personalidad, entre otros.
Historial de traumas, pérdidas o situaciones dolorosas que pueden haber contribuido al consumo.
Pensamientos suicidas o conductas autolesivas.
Otras adicciones presentes (drogas, juego, compras compulsivas, etc.).
-
Situación personal, familiar y social
El entorno de una persona también influye mucho en su camino hacia la recuperación:
¿Cómo están sus relaciones familiares? ¿Hay apoyo o conflicto?
¿Cómo le ha afectado el alcohol en el trabajo o los estudios?
¿Tiene problemas económicos o legales derivados del consumo?
¿Cuenta con un lugar seguro donde vivir?
¿Tiene amigos o redes de apoyo que lo acompañen?
-
Motivación y deseo de cambio
Aquí nos preguntamos:
¿Es consciente de que tiene un problema?
¿Qué le ha motivado a buscar ayuda en este momento?
¿Qué obstáculos cree que puede encontrar en el camino?
¿Cuáles son sus valores, fortalezas y recursos personales?
-
Aspectos culturales y espirituales
Cada persona tiene una historia, creencias y valores únicos:
¿Su cultura o religión influyen en cómo vive el problema o en cómo busca ayuda?
¿Tiene una dimensión espiritual que le dé sentido y fuerza para sanar?
Un camino con compañía
Recoger toda esta información no es solo una cuestión técnica. Es también un acto de escucha profunda y de respeto. Porque detrás de cada historia de consumo hay una persona que merece ser vista y comprendida.
Cuando trabajamos desde esta mirada integral, podemos ofrecer un tratamiento realmente adaptado a cada quien. No hay recetas mágicas ni soluciones iguales para todos. Pero sí hay caminos posibles, y siempre se pueden recorrer mejor si no se está solo.
Para entender mejor cómo el alcoholismo afecta a las mujeres y cómo acompañarlas en su recuperación, echa un vistazo al libro El alcoholismo en la mujer.
Deja un comentario