Quizá se haya dado cuenta de que su consumo de alcohol es demasiado elevado. Y quizá esto le sorprenda porque su consumo ha ido creciendo paulatinamente sin que usted lo haya advertido. También podría suceder que se esté dando cuenta de que el alcohol controla cada vez más todas las facetas de su vida, lo que significa que corre un serio riesgo de acabar siendo alcohólico. Una característica fundamental de la dependencia del alcohol es el deseo irrefrenable de consumir y la dificultad para controlar ese consumo aun conociendo sus consecuencias perjudiciales.

Hay quien cree que el hecho de beber demasiado sin poder refrenarse no es más que una cuestión de falta de voluntad. Sin embargo, si pregunta a cualquier médico le dirá que no es así, que hoy en día la dependencia del alcohol puede afectar a cualquier persona, por muy buenas que sean sus intenciones y por mucha fuerza de carácter que tenga.

Es decir, la dependencia del alcohol no es cuestión de debilidad de carácter.

La pregunta entonces sería: ¿por qué algunas personas pueden beber con moderación y otras no pueden dejar de beber?

La respuesta a esto se halla en la química del cerebro, donde el consumo continuo e intensivo de alcohol puede provocar cambios en el sistema de motivación cerebral. El sistema de motivación del cerebro nos guía en nuestra vida cotidiana, haciendo que busquemos las cosas que necesitamos y deseamos y evitemos las que podrían ser peligrosas o desagradables.

El alcohol afecta a la parte del sistema motivacional del cerebro que regula las emociones, la memoria y la sensación de recompensa.

Si hacemos algo que nos gusta, esa parte nos dice:

Esa parte genera señales de que nos obligan a seguir bebiendo, porque refuerza los beneficios del consumo de alcohol. Esto sucede porque el alcohol aumenta la secreción de dopamina, una molécula con un papel fundamental en el refuerzo de la conducta.

Por eso el propio alcohol contribuye a reforzar la señalización de que un determinado estímulo es placentero e importante. Y así es como el alcohol contribuye a reforzar las señales a «seguir» que impulsan su consumo continuado.

Al final, la señal de puede ser tan poderosa como para llegar a considerar el alcohol tan imprescindible como la comida. Existe otra parte del sistema motivacional del cerebro que controla nuestra toma decisiones evaluando las consecuencias de nuestros actos.

Es la parte del cerebro que nos dice :

Esto crea una señal se y desencadenan un comportamiento como respuesta a la ponderación de las consecuencias frente a los beneficios posibles de una acción. En este caso la respuesta conductual viene determinada por el equilibrio entre los beneficios que obtenemos de la bebida y las consecuencias negativas de beber continuamente.