Llegan las vacaciones.

En Sevilla al igual que en otras ciudades la ciudad se queda desierta. Las altas temperaturas que se producen en estas fechas ayuda a que todo el que puede se busque un hueco en cualquier sitio, a ser posible cerca del mar, o en algún lugar tranquilo, los profesores, los periodistas, los abogados, los albañiles, los conductores, los jueces, los peluqueros. Los padres no podemos cerrar por vacaciones, porque no podemos dejar de ser padres por mucho que cambien las circunstancias sino que tenemos que adaptarnos a ellas y ejercer nuestra labor de manera más intensa y creativa para que las vacaciones no se conviertan en un hábito de no tener ningún hábito y acaben siendo un retroceso en la educación de nuestros hijos.

Las vacaciones son tiempo de descanso, pero el descanso no consiste en no hacer nada, sino en cambiar de actividad y si es posible cambiar de aire.

Es un periodo estupendo para disfrutar de la familia, y hacer actividades, que no podemos hacer durante el resto del año y para mejorar la relación entre los miembros de la familia.

Cada familia dependiendo de sus circunstancias y de su situación tendrán que ajustarla a sus características actuales y a su idiosincrasia. Es bueno prepararlas de antemano y que todos participen en esta preparación.

Las vacaciones suponen salir de la rutina. Pero este salir de la rutina no significa, no tener ninguna rutina porque estas son necesarias. Deberemos tener horarios flexibles pero tenerlos, aunque alguna vez nos lo saltemos.

Para las personas con problemas relacionados con el alcohol, las vacaciones pueden convertirse en una situación de riesgo que los haga más vulnerables.

El abandonar las rutinas que le servían de factores de protección, puede ser fácil bajar la guardia y todos sabemos que una bajada de la guardia supone un riesgo muy importante de recaída.

Es importante, sabernos llenar de actividades que nos resulten ilusionantes, para evitar la sensación de malestar, aislamiento y autocompasión, que pueden llevarnos a buscar salidas que pueden fastidiarnos las vacaciones.

Las vacaciones deben servirnos para crecer como personas y para estar más cerca de las personas a las que queremos y que el trasiego y las presiones de la vida cotidiana nos hace abandonar bastante durante el resto del año.

Si estamos pendientes de que los demás estén bien y descanses, nuestras vacaciones nos servirán para volver cargados y llenos de fuerza para realizar con alegría nuestras tareas cotidianas.