El alcoholismo es una pérdida de libertad frente al alcohol que puede manifestarse por la incapacidad de abstenerse. Suele ser el caso de las personas que durante mucho tiempo, han estado bebiendo regularmente y han aumentado incluso su tolerancia al alcohol. Estos sujetos, necesitan mantener un mínimo de nivel en sangre, para que no aparezcan los síntomas de abstinencia.

En otros casos los alcohólicos no beben de forma regular y pueden mantener la abstinencia, incluso por periodos prolongados, pero una vez que comienzan a beber tienen muchas posibilidades, dependiendo de su grado de adicción, de no ser capaces de parar hasta llegar a la embriaguez, que suele ir acompañada en estos casos de bastantes complicaciones biopsicosociales.

El alcoholismo, no depende tanto de la cantidad de alcohol que se ingiere, sino de la forma en cómo se hace y en sus consecuencias. Las consecuencias psicosociales y sobre todo familiares suelen ser las primeras. Es por eso por lo que el diagnóstico del alcoholismo, no debe hacerse sólo teniendo en cuenta los marcadores biológicos o las complicaciones orgánicas que suelen estar alterados o aparecer con frecuencia muy tarde. El diagnóstico debe estar fundamentado principalmente en un diagnóstico clínico aunque naturalmente éste se apoye también en las pruebas complementarias

El alcohol que es una pequeña molécula, que cruza fácilmente la barrera hematoencefálica e interfiere en la química del cerebro haciendo que, el sistema motivacional que habitualmente está equilibrado y controla nuestra toma de decisiones evaluando las consecuencias de nuestros actos, pase a estar hiperreactivo.

Estos cambios cerebrales junto con algunos aprendizajes que se originan a lo largo del proceso de convertirse en alcohólico, son la esencia de la dependencia que iremos describiendo en otros post.