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Desde muy pequeños, nuestros hijos asocian la idea de salir a divertirse junto a sus amigos con el consumo de alcohol y en cantidades inadecuadas para cualquier persona, adultos o menores. Por ello, no sorprende ver frecuentemente en las noticias menores consumiendo alcohol.

De hecho, se estima que hace una década la edad de inicio en el consumo de alcohol en el Perú estaba entre los 14 y 15 años, actualmente se ha reducido a los 13 años, según estadísticas de Devida. Eso es realmente alarmante considera el doctor Carlos Bromley Coloma, médico psiquiatra del Ministerio de Salud, quien explica que se han realizado estudios sobre el consumo del alcohol en menores y se han encontrado muchas factores que desencadenan esta adicción en esta población. «La primera de ellas es que estos jóvenes pertenecen a familias disfuncionales donde no hay la menor comunicación con los padres, ya sea porque estos están ausentes, trabajan mucho o porque simplemente no prestan atención», explica.

Además, en muchos casos estos muchachos provienen de familias en las que el padre es alcohólico, por lo que han recibido el ejemplo desde muy chicos. Cabe recordar que diversos especialistas han señalado que los hijos de padres alcohólicos, son más propensos a serlo. Por otro lado, Bromley señala que en el país no solo existe una cultura de permisividad de los padres con respecto al consumo de alcohol por parte de sus hijos menores, sino también complicidad. «No es extraño ver a un padre que manda a su hijo menor a comprar alcohol a la bodega. Incluso el hijo toma con el padre», apunta. Finalmente, hay otro factor tiene que ver con los padres y la creencia de que es mejor que sus hijos aprendan a tomar con ellos y en casa, antes que en la calle. Sin embargo, esta premisa parte de una idea equivocada que se ha instalado en la mente de todos: «tarde o temprano, todas las personas van a tomar». «(Tomar) se concibe como algo que está predeterminado. Hemos asumido el consumo de alcohol como una costumbre social», explica Bromley Coloma. Pero ¿por dónde pasa la solución? ¿Acaso vamos a encerrar a nuestros hijos para que nunca tomen? ¿vamos a vencer el poder de grandes corporaciones que invierten grandes sumas de dinero en publicidad? Además de una fiscalización más rigurosa por parte de las autoridades y sanciones drásticas para quienes infrigan la ley, así como la construcción de una relación de confianza y amistad entre padres e hijos, es necesario erradicar la asociación entre diversión-alcohol y fomentar la idea de que es posible divertirse sin tomar. «Como padres debemos dar el ejemplo a nuestros hijos de que sí es posible divertirse con los amigos sin tomar, por ejemplo, organizando una reunión o fiesta en casa en la que ellos vean que no se consume», explica. Para ello, el especialista del Minsa explica que «es necesario entender que los hijos están pendientes de nuestros comportamientos. Por más que les demos el discurso de que tomar no es bueno, si nosotros tomamos, nuestros hijos aprenderán a tomar. Si antes de ir a una fiesta tomamos, como los famosos previos, ellos adoptaron esa costumbre». Además, ellos deben comprender que el alcohol es dañino para su salud, en especial a la edad que ellos tienen. En ese sentido, no sería mala la idea de presentarles casos y testimonios de personas víctimas del consumo de alcohol. «Hay casos en el Seguro Social de menores de 18 años con cirrosis hepática o con trasplante de hígado por consumo de alcohol», señala el especialista. Finalmente, es muy importante que, a medida que esté dentro de las posibilidades de los padres, ofrecerle al hijo otras opciones de diversión y entretenimiento para que no se acerque al alcohol. Por ejemplo, incentivarle una disciplina deportiva o alguna actividad cultural, es decir, darle opciones donde no haya lugar para una botella de alcohol.