Al profesor Polaino lo conozco desde hace muchos años, fue profesor mío en la Facultad de Medicina, en la asignatura de psicología médica y desde entonces he seguido en contacto con él y lo considero un auténtico maestro.

Él fue la primera persona que me hizo apasionarme, por la búsqueda de la verdad.

Es filósofo, psiquiatra, psicólogo, humanista, experto en dinámica familiar, investigador notable, excelente profesor, catedrático de psicopatología, escritor profundo y prolijo y amigo de sus amigos. Yo lo considero un amigo y un maestro.

Profesor el alcoholismo es una enfermedad o al menos así lo considera una gran mayoría, aunque existen autores, que lo consideran sólo un trastorno del aprendizaje que hay que corregir.

¿Qué es para usted el alcoholismo? ¿Cuál sería la esencia del alcoholismo?

─Desde el comienzo del pasado siglo (Jellinek) se considera el alcoholismo como una enfermedad. De hecho, así lo entienden los dos sistemas actuales de clasificación de los trastornos psíquicos. Hay muchas razones para ellos. Baste aquí afirmar la pérdida de la libertad y el autocontrol frente al consumo de alcohol y las numerosas consecuencias biológicas y psicopatológicas –algunas muy graves- como consecuencia de la ingesta excesiva de alcohol.

Doctor Polaino. Todos los que hemos trabajado con alcohólicos nos hemos encontrado en muchas ocasiones con familias destrozadas que acuden a nosotros sin conseguir que acuda la persona que bebe. ¿Qué pasa para que la familia acuda a pedir ayuda y la persona que supuestamente tiene el problema se quite de enmedio?

─Es harto frecuente que el consumidor habitual y excesivo de alcohol no tenga conciencia de su enfermedad, por lo que no lo reconoce. Aunque su familia sufra esas terribles consecuencias, el paciente no admitirá que padece una enfermedad. Cuando sufre un profundo trastorno como consecuencia de la bebida es posible ayudarle a reconocer la enfermedad que padece. Esto ya es un buen predictor de su futuro comportamiento y de cierta aceptación del tratamiento.

¿Considera necesaria la abstinencia inicial para poder tratar a un alcohólico?

─Esta condición es fundamental. En la actualidad disponemos de recursos farmacológicos que facilitan esa “desconexión” con el alcohol, aunque la familia ha de estar vigilante y cuidar que el paciente no “olvide” dejar la medicación.

Usted es médico y psiquiatra, pero ha formado a muchos psicólogos y a muchos otros profesionales. ¿A quién cree que corresponde el peso fundamental en el tratamiento del alcoholismo?

─El tratamiento del alcoholismo debe inicialmente remitirse al psiquiatra, para que haga una evaluación biológica y psicopatológica del paciente. Lo ideal es que se asocie la psicofarmacología y la psicoterapia, especialmente durante el seguimiento, de manera que se eviten las recaídas.

Profesor. Actualmente se habla mucho de los problemas del alcohol en los adolescentes. Parece que este es un problema nuevo y sin embargo, recuerdo hace ya bastantes años su participación en unas jornadas de la Universidad de Sevilla sobre las movidas del fin de semana. ¿Qué podría decirnos del alcohol en los adolescentes.

─El consumo excesivo y brutal de alcohol en algunos adolescentes responde a una amplia constelación de factores: la crisis de la adolescencia, las frustraciones, los conflictos familiares y afectivos, las modas, el comportamiento de los grupos de referencia y pertenencia, etc. En otros casos, el consumo de alcohol encubre otros trastornos psicopatológicos ignorados por el paciente y sus familiares (depresión, timidez, déficit en habilidades sociales, etc.), que es preciso tratar.

Con frecuencia, suelo encontrar en la consulta, muchos hijos de alcohólicos con diversas patologías. Tengo la impresión de que el alcoholismo ha tenido bastante que ver en la génesis de estos problemas aunque habitualmente no se le dé importancia a este hecho. ¿Considera que se debe abordar con estos pacientes de alguna manera el alcoholismo materno o paterno?

─No sólo conviene abordarlo en los hijos, sino también y principalmente en los padres. Los padres, aunque no sean conscientes de ello, constituyen los modelos primordiales a los que sus hijos están expuestos, y a los que imitan aunque no en todo.

Querría terminar con una pregunta bastante compleja, porque parece que hay muchas visiones distintas y que con frecuencia se viven como únicas y universales ¿Cómo considera que debe tratarse a un alcohólico?

─En efecto, no hay enfermedades sino enfermos. Cada paciente es una persona singular e irrepetible, cuya enfermedad –cualquiera que esta sea- se modaliza, vivencia y genera formas de responder y de adaptarse a ella muy diferentes. En este punto no basta con aplicar una receta estándar, sino que el tratamiento ha de ser siempre personalizado, es decir, que ha de diseñarse en función de la singularidad de la persona que lo padece y sus circunstancias.