Nuestra colaboradora de hoy, nos relata los episodios repetidos por su padre, durante años en el que, en los fines de semana, se embriaga. Nos muestra con claridad las distintas fases de la embriaguez, y deja entrever las secuelas dañinas que se producen en la familia, como resultado de ello. Muchas de estas consecuencias se reflejan a lo largo de toda la vida en la vida de los hijos.

Termina su colaboración con un canto a la esperanza, pues nos relata que después de muchos años inició un camino que le lleva a su recuperación.

 

EL ALCOHOLISMO EN LA FAMILIA

Así se podría titular este escrito en el que voy a contar algunos hechos amargos con los que crecí y que duraron hasta mi primera juventud.

De pequeña recuerdo que mi padre bebía los fines de semana. Se trataba de un vino peleón de Jumillas, tinto del que él mismo afirmaba que era pura química.  Se tomaba unas cervezas en la calle y cuando se recogía  al mediodía, se pasaba a la ingesta del dichoso tinto.

Venía alegrete de la calle e iba pasando en un período más o menos rápido por las distintas etapas de la embriaguez; cuando la botella ya estaba por la mitad ya pasaba a ser otra persona totalmente distinta. En su fase de alegría ya se había reunido con los “amigos de la botella”- pues no eran realmente amigos- e incluso alguna vez los traía  a casa para seguir bebiendo.

Ya después cuando pasaba a la fase de euforia se iba poniendo  como más fuera de sí  y empezaba a arremeter contra sus hijos,  mayores sobre todo, pues somos siete. Se burlaba de decisiones que habían tomado ridiculizándolas, pese a que fueran buenas decisiones. O te abría la puerta cuando estabas tranquilamente en tu cuarto para provocarte soltando improperios, para provocar enfrentamientos, sobre todo con un hermano discapacitado…teniendo que venir algún familiar ó vecino a mediar.  Ésta parte la recuerdo con horror, nunca fui capaz de contar esto a mi mejor amiga siendo pequeña. Otras veces, recuerdo que si estábamos solas mi madre y yo simplemente nos íbamos de casa corriendo.  Con la familia no directa también criticaba comportamientos ó hacía afirmaciones con el único fundamento de la rumorología.

Después de esta fase pasaba al llanto, se derrumbaba por dentro y por fuera, pedía perdón y se acostaba. Al día siguiente y durante el resto de la semana, solía estar más o menos tranquilo con alguna fase de malhumor, en verdad, casi no hablábamos delante de él porque no sabíamos qué tal  le sentaría…aunque fuese cualquier tontería sin apenas trascendencia…había siempre que aguardar el momento de decir las cosas ó esperar a que mi madre se lo transmitiera.

Esta dependencia duró bastantes años de su vida, ya digo que sólo se limitaba a uno de los días del fin de semana ó que se produjera un acontecimiento extraordinario como la muerte de un ser querido…. Finalmente se rehabilitó pues inició un camino espiritual que, aunque compatibilizó durante muchos años con la bebida, logró ir dando pasos hasta consumir sólo alguna que otra cerveza ligada siempre a algún evento de carácter familiar.

Desde aquí me gustaría poder animar a todas aquellas personas que tienen dependencia del alcohol a que se pongan en camino, pues aparte de la factura orgánica que les pasa, todas las personas que le rodean sufren mucho aprendiendo un modo de vivir que les condiciona para siempre.