Reconocer que tienes un problema con la manera de beber alcohol puede ser difícil, muchas veces se tiene que tocar fondo para llegar a esa reflexión. Al respecto, hay un dicho que repiten todas las personas que abandonaron la bebida, que es “Primero, la bebida es diversión; luego, diversión con problemas, al final, sólo problemas”.

Para Sarah Hepola, autora del libro ‘Blackout: Remembering the Things I Drank to Forget’, el alcohol formó parte importante de su vida desde el principio de sus 20 años, y decidió que debía dejar de tomar a los 35 años. Durante ese tiempo, pensaba en las cuestiones que le parecían extrañas en su comportamiento, pero que no le asustaban, hasta cierto punto, llegó a considerarlas normales. La vida de Sarah era funcional hasta cierto punto.

1 ¿El alcohol interfiere con tu trabajo?

 

En la experiencia de Sarah, el alcohol nunca fue un impedimento para cumplir con su labor, es por eso que sus jefes no le reclamaban. Sin embargo, siempre fue un acompañante de rigor a la hora de trabajar.

Por ejemplo, siempre mantenía una botella de vino a su lado en la oficina. Si iba a un bar, llevaba la computadora para escribir documentos. El alcohol hacía más llevadera su gran carga de trabajo, era un premio por hacerlo. Un día, tuvo una resaca tan toxica que no la dejó salir de la cama para ir a trabajar. El resultado, fue la burla de todos en la oficina. Luego, ya no podía escribir y tenía ataques de pánico en la madrugada por el trabajo. Así fue que notó que el alcohol comenzaba a interferir. 2 ¿Mientes sobre tomar? Mentir sobre la manera de tomar es muy común, es casi normal, como cuando la gente miente sobre su peso. Sarah notó esto, reducir el número de bebidas que decía beber, era necesario. Una noche, regresaba de beber con unos amigos, y cuando iba a llegar a casa, compró cerveza para seguir. Luego de una noche de tomar, no importaba, necesitaba más. Al encontrarse a un compañero de trabajo y charlar, decidió que tenía que mentir sobre cuánto había bebido. La razón era muy simple, sabía que hacía mal.

3 ¿Has tenido encuentros sexuales de borrachera de los que te arrepientes?

Durante los primero años, este tipo de aventuras parecían propias de la juventud. Algunos encuentros los explicaba debido a que estaba excitada. Hasta los 30 entendía que seguían como aventuras, una medida del deseo y valentía. Si alguien intentaba juzgarla, no le tomaba importancia. Pero los escenarios se convirtieron en algo más peligroso, vergonzoso, hasta que un día, despertó en un hotel en París en la habitación de un extraño. Se dio cuenta que el alcohol y el consentimiento para ir a la cama son muy buenos compañeros.

4 ¿Usas constantemente la frase “necesito una bebida”?

Sarah empezó a notar que esta frase era usada para cualquier situación. Cuando estaba triste, feliz, aburrida o sola. Veía la televisión ebria en casa y evitaba el contacto con más gente, pues en los bares no podía encontrar al mesero que le diera bebidas de manera tan rápida como ella lo necesitaba. Mientras sus amigos iban un par de horas al bar, ella necesitaba de toda la noche.

5 ¿Cuándo empezaste a beber, encontraste difícil detenerte?

Al ir a una fiesta siempre se piensa en beber una o dos copas, pero cuando alguien es alcohólico el límite no existe. Se escuchará a algunas personas decir “ya no puedo beber más”, pero este no era el caso. Nunca se tiene suficiente del alcohol. Beber siempre tiene que ser constante, nunca se puede parar, no hay justificaciones para interrumpir si se acabó la bebida o se debe cambiar de lugar. Cuando esto le ocurría a Sarah, sentía un malestar similar al que experimentan los fumadores. Según Sarah, pensar en que “no te puedes detener” es una de las claves para distinguir a alguien con problemas de alcoholismo.

6 ¿Inventas nuevas formas de controlar la forma de beber?

Sarah comenzó a hacer listas de cómo debía beber durante el día, distribución de alcohol y días de la semana con horarios adecuados para tener una copa. Trató de mantener un orden, pero sólo funcionó por una semana, después, regresó al caos. Para saber si se es alcohólico o no, un ejercicio muy práctico es el de tratar de controlar la manera de beber. Si se falla una vez, repetir y repetir, todas las veces que sea necesario y por un periodo de seis meses.

7 ¿Cuál es tu historia familiar?

La genética es importante, y la tradición para tener más o menos tolerancia al alcohol, o adicción a sustancias resulta fundamental, pues, a veces, hace falta disparar un gatillo para engancharse fácilmente con este tipo de vicios. La herencia de Sarah lo explicaba, una parte irlandesa y otra finlandés. Aunque sus padres no eran alcohólicos, los genes se transmiten a Sarah.

8 ¿Tus amigos te han confrontado por la manera en que bebes?

Sarah estuvo convencida que sus amigos y ella eran iguales sobre la manera de beber, hasta que ellos comenzaron a hablarle del problema. Un par de amigos se sentaron a hablar con ella y le dijeron que estaban preocupados.Frecuentemente escuchaba: Nos preocupamos por ti. No le contaban las bebidas pero la cuidaban. Pensaba que bebían al mismo nivel, pero pronto notó que no era así. La gente que la quería no dudaba en decirle la verdad.

9 ¿Tienes momentos perdidos?

Los científicos han estudiado por años la relación entre los desmayos y el alcoholismo, la relación que se buscaba era que la pérdida de memoria era síntoma de alguien con problemas para beber. Según un estudio del 2002, un poco más de la mitad de las personas que beben han experimentado esto, es muy común en la época de universidad con los concursos de bebidas y tener el estómago vacío. Tener pérdida de memoria una o dos veces no significa ser alcohólico, pero tenerlos de manera seguida, sugiere que no existe habilidad para moderar la bebida, lo cual, es el meollo de todo el asunto. De seguir así, las consecuencias pueden ser, episodios perdidos cada vez más peligrosos y aumenta el riesgo de caer en intoxicación.

10 ¿Inviertes mucho tiempo en pensar si tienes problemas con la bebida?

De vez en cuando es saludable preguntarse si el consumo es el adecuado. Pero una obsesión con el tema sugiere menos ambivalencia y más negación. Las personas que no tienen problemas, raramente se detienen a pensar y a leer todo sobre el problema y teorías sobre las adicciones. Cada persona sabe muy bien si tiene o no problema con el alcohol. El forzar una respuesta diferente a lo que ya sabemos y evadir al alcohol como una adicción es una señal.